Museos
Hay uno, y se encuentra en la biblioteca pública, exhibe cultura prehispánica y copias de Códices del siglo XIV.
Obelisco de la Divina Mujer en Tihuatlan
En la desviación donde se separa la carretera federal rumbo a Álamo, a solo 5 kilómetros del trazo de lo nueva autopista a la cuidad de México, en la entrada a Tihuatlán, hay un espacio en forma de triángulo irregular convertido en área verde.
Aquí, destaca un obelisco alusivo a Cihua-tlán, voz náhuatl que significa “Lugar de Mujeres”, en alusión a las mujeres que se convertían en diosas al morir en el parto. Por distorsión al hablar la palabra devino en Tihuatlán con T que es consonante fuerte, que también se nombra: Teocihuatlán, “Lugar de la Divina Mujer”.
El basamento tiene dos motivos decorativos repetidos. Por el frente y en el lado posterior, el escudo oficial de Tihuatlán, con dos figuras prehispánicas a derecha e izquierda y las fechas: 1598, refundación del poblado por el señor Rodrigo Zarate, acatando instrucciones virreinales, y 2007, en que finalizo la ejecución de la obra y el trienio que la promovió.
Entre los otros dos costados, aparece encerrada en un círculo, una pirámide propia de la cultura huasteca, y en los extremos, la mano izquierda sostiene unas herramientas de carpintería, y la derecha un racimo de naranjas, aludiendo a la fabricación de muebles y la abundancia de los cítricos.
Una columna de 16 metros de alto ornada con grecas huastecas, construida en concreto armado, le sirve de sostén a la figura femenina de 7 metros de altura, con un resplandor detrás de la cabeza, ataviada con un huipil autóctono y una larga enagua, con los brazos abiertos, lo que simboliza hospitalidad y bienvenida.
El diseño proyecto y dirección son del escultor papanteco Teodoro Cano. Colaboraron en esta obra los escultores Lorenzo Rivera y Martha Guerrero Sánchez, así como el calificado albañil Eleuterio Flores.Es de tal forma atractivo este conjunto escultórico que invita a entrar al pueblo “donde la madera es convertida en arte”.
Entre los otros dos costados, aparece encerrada en un círculo, una pirámide propia de la cultura huasteca, y en los extremos, la mano izquierda sostiene unas herramientas de carpintería, y la derecha un racimo de naranjas, aludiendo a la fabricación de muebles y la abundancia de los cítricos.
Una columna de 16 metros de alto ornada con grecas huastecas, construida en concreto armado, le sirve de sostén a la figura femenina de 7 metros de altura, con un resplandor detrás de la cabeza, ataviada con un huipil autóctono y una larga enagua, con los brazos abiertos, lo que simboliza hospitalidad y bienvenida.
El diseño proyecto y dirección son del escultor papanteco Teodoro Cano. Colaboraron en esta obra los escultores Lorenzo Rivera y Martha Guerrero Sánchez, así como el calificado albañil Eleuterio Flores.
Es de tal forma atractivo este conjunto escultórico que invita a entrar al pueblo “donde la madera es convertida en arte”.
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